venerdì 23 marzo 2012

Sobre insurreccionalismos:Una década de luchas, “fracasos” y ¿derrotas? Península Ibérica (1996-2006)



A raíz de una serie de artículos y valoraciones producidas en los últimos años sobre el
insurreccionalismo en el Estado español, y sobre una etapa concreta de lucha (de finales de los 90 a mediados
de los 2000, más o menos), de una buena parte del anarquismo ibérico, caracterizada por un aumento
cuantitativo y cualitativo tanto de la radicalización de análisis y discursos, de ataques contra intereses,
personas y estructuras del sistema, como de la represión, surge la necesidad de este artículo.
Las valoraciones más destacadas, y probablemente las más acertadas, a la hora de analizar la etapa
mencionada se encuentran, casi con toda seguridad, en algunos artículos publicados en la revista Resquicios
(“La epidemia de rabia. 1996-2007”, de los Tigres de Sutullena) y en Ekintza Zuzena (“Entrevista al grupo
Ruptura”). En dichos artículos, los autores dan una visión de esta etapa desde la vivencia y el protagonismo,
con una reflexión (auto) crítica sobre el episodio insurreccionalista, ya pasado algún tiempo, y desde la óptica
del abandono (o, si se prefiere, de la superación) de gran parte de dichos planteamientos, si no de todos. Pero
faltaba algo por decir sobre esa etapa, también por parte de sus protagonistas, de sus “otros” protagonistas; de
aquell@s que no abandonaron esos planteamientos (algun@s ni siquiera los sostuvieron de una manera
“pura”); de esa minoría que inició “una huida hacia adelante bordeando el nihilismo” (o incluso
sumergiéndose en él), en palabras del grupo Ruptura. Por eso, porque de todo lo dicho aun falta algo por
decir, otra visión desde el interior del “enfermo” (pues eso es una epidemia, la extensión de una
“enfermedad”), sale a la luz esta pequeña aportación.
La presente contribución no es una respuesta a los artículos citados, pues reflejan bastante bien lo que
fue el periodo y lo que pasaba por las cabecitas de sus protagonistas, sino un complemento a los mismos,
pero desde otro punto de vista. Desde el punto de vista de aquell@s que no se encontraron, en un momento
dado, perdid@s, ni que decidieron tirar por otro camino, sino de algun@s de l@s que simplemente siguieron
(y siguen) adelante de esa manera y, sencillamente, se quedaron sol@s.
Como ya se ha apuntado, gran parte del insurreccionalismo “español” surgió a finales de los 90 del
seno de la FIJL, de las tensiones entre ésta y CNT-FAI, y de las tensiones internas de estas dos últimas
organizaciones. Por supuesto que la deriva insurreccionalista no es exclusiva de la FIJL ni de la gente que
anduvo en ella, y también otros grupos e individualidades a lo largo y ancho de la Península, y de fuera de
ella, tuvieron un destacado e importantísimo aporte. Si mencionamos a la FIJL es sólo por dos motivos
fundamentales: el primero es que era una organización a nivel estatal (y por ello el paso se da casi en bloque
por todo el Estado) siendo más fácilmente reconocible e identificable que muchos pequeños grupos e
individualidades diseminados por la península, con un radio de actuación más bien local; y el segundo porque
tuvo un papel decisivo en la propagación de la mecha insurreccionalista, al haber salido una gran mayoría de
l@s “insus” de sus filas por las tensiones antes mencionadas (y también porque en un momento dado la
propia FIJL comenzó a denominarse “federación insurreccional”), al menos las primeras hornadas de ell@s,
quienes básicamente fueron l@s que iniciaron el “contagio”. A partir de ahí la cosa fue creciendo y más o
menos ya se ha explicado cómo continuó.
Hasta aquí no se ha aportado nada excesivamente novedoso, y para quien quiera saber con un poco
más de profundidad que ocurrió exactamente, nos remitimos a la revista Resquicios, en sus números 4 y 5, al
ya mencionado artículo de los tigres de Sutullena. Ahora viene la valoración desde otra óptica y el qué
ocurrió después.
En un momento dado (ya en el 2000 más o menos), el insurreccionalismo se “divide” en dos (siempre
hablando a grandes rasgos):
De una parte estaban l@s “pioner@s”, que fue alguna de la gente que había ido saliendo de la FIJL
por las tensiones con CNT-FAI, o abandonándola por no compartir sus métodos e ideas, y que junto con otra
gente de otras procedencias (Lucha Autónoma, la propia CNT, colectivos okupas, grupos anarquistas
autónomos, etc.) fueron los que iniciaron, básicamente, esta “corriente” anárquica. La iniciaron, hay que
decir, exportando directamente de Italia unas prácticas y reflexiones descontextualizadas y sin digerir (lo que
no quiere decir que no sirvieran para el caso español, en todo caso tal vez no servían así), muchas veces
malinterpretadas a partir de malas traducciones de fanzines, otras veces aplicando al pie de la letra lo que no
era más que abstracta verborrea radical, y algunas otras interpretando y aplicando bien las reflexiones y las
prácticas pero con unos no muy buenos resultados (seguramente por causas ajenas a est@s compañer@s).
Pese a todo, el resultado fue muy positivo. Esta gente abrió los ojos y marcó el camino a toda una generación
de jóvenes a l@s que les hervía la sangre y que estaban hastiad@s de la paralizante burocracia de las
organizaciones tradicionales del “MLE”; un@s jóvenes a quienes, por qué no, les excitaba la idea romántica
de un pasado heroico y con más o menos tino, con mejores o peores medios, quisieron escribir también
páginas brillantes en la historia del anarquismo ibérico y acabar con la mierda de mundo en el que vivían.
De otra parte estaba la FIJL, que, con unas características casi calcadas a l@s jóvenes anteriores, y
tras haber roto con el MLE en el 2000 (haciéndose luego más honda y abrupta dicha ruptura) pasa a
redefinirse un poco más tarde como “insurreccional”. Toda la organización en bloque (no sin antes expulsar a
una pequeña serie de grupos poco activos y que aun se mantenían en una cierta ortodoxia cenetista) sigue el
camino marcado por la generación “pionera”, pero este insurreccionalismo no estará tan influido, al menos en
su teoría, por el italiano, sino más bien estará impregnado de un fuerte individualismo, de posturas anticivilización,
rebuscará en el pasado más insurreccional de la propia historia de la FIJL (los años previos a la
guerra civil, el grupo Primero de Mayo en los 60, etc), y algun@s de sus miembros coquetearán con el
nihilismo y anarquismo ruso de finales del XIX.
Eran momentos hermosos, donde (como bien dicen los tigres de Sutullena) la cantidad de destrozos
era ingente, se hablaba de caos (no todo el mundo claro), se trataba de poner en práctica lo que se pensaba,
incluso de vivir de otra forma, había un montón de publicaciones (y de ese montón bastantes te las podías
tomar en serio, porque la gente hacía más o menos lo que en ellas decía, aunque tal vez de una manera cutre y
magnificada)...hasta que llegó la represión y, antes que eso aun, el más que obvio aislamiento social. Y a
partir de ahí la extraña sensación de que todo era un juego, aunque la peña se lo creyera. A partir de ahí el
darse cuenta que mucha gente se había “caído de un guindo”, y de que mucha otra estaba fanatizada (entre
esta última tal vez también la gente que escribe esto) y que no se daba cuenta de lo que estaba por venir, o
que pensaba que era asumible por ell@s mism@s y por el movimiento. Craso error. Y luego llegó lo que casi
tod@s llaman el “fracaso” o la “derrota”, y en este punto exacto, que es cuando mucha gente reculó y tomó
otra dirección, es donde este punto de vista difiere totalmente de los artículos que este escrito toma como
referencia (puede que hasta ahora sólo hubiera diferencia a la hora de exponer los hechos).
Hay que ser clar@s, madur@s, lúcid@s, y (auto)crític@s. Por qué lo que en un principio vale
perfectamente y se defiende con fervor cuasi-fanático (y a la gente que escribe esto le cayeron chuzos de
punta en forma de críticas y reproches por criticar el insurreccionalismo en su momento, por no ser “insus”
pur@s, y no se escucharon las críticas en tiempo real que ahora, pasado más de un lustro, el resto realiza
como si hubiese descubierto la tortilla de patatas), después no vale. Porqué hay pres@s, quizás, pero ¿a caso
no estábamos en guerra? ¿y en una guerra no hay “bajas”? ¿no hay muert@s, no hay herid@s, no hay
prisioner@s? ¿o nos esperábamos que después de cientos de sabotajes, de incendios, de explosiones
(modestas eso sí, pero explosiones al fin y al cabo), de cristales y cerraduras rotas, de ataques o intentos de
ataques a personas, e incluso de decenas de pequeñas expropiaciones e intentos de expropiaciones (e incluso
de alguna grande), el sistema, nuestro enemigo, iba a dejar que la peña se fuera de rositas? Ciertamente que
todo esto no fue una verdadera amenaza seria para el sistema, pero se le empezaban a tocar las narices y se
estaba pasando de vegetar entre libros a hacer cosas, con el consiguiente peligro de ser una amenaza
potencial. Lógicamente pasó lo que tenía que pasar, que cuando das, te dan, y el Estado casi siempre da más
fuerte, más y mejor. Y eso que pese a todo, no lo hemos visto responder en serio ; sólo nos ha dado collejas,
pudiendo haber dado puñetazos. ¿Fracaso porque lo que se decía y propagaba a los 4 vientos no valía o
porque se vivió una situación que quedaba grande? Porque si lo que pasó es que no se supo afrontar la
represión, eso no es cosa de los planteamientos, sino de quienes lo llevan adelante, sobre todo de quienes lo
hacen de manera ingenua e idealizada (en un libro es todo muy bonito, pero a Bonnot y a los “suy@s” o a Di
Giovanni o a Durruti o a más de un “insu” italiano de los 80, los mataron, y muchísima gente de aquellas
épocas se fue para el talego y lo pasó fatal, y eso se sabía y se venía venir que a nosotr@s nos iba a pasar lo
mismo –aunque en mucha menor medida, por supuesto–, y no se quiso ver). Pero ser un/a ingenu@ o un
poco torpe, no significa fracasar.
¿Fracaso? ¿derrota? Por qué, porqué no se consiguió “llegar a la gente”, que el pueblo despertará e
hiciera la revolución social. ¿Pero alguien que no viviera en los mundos de yupi o que no fuera bob@ podía
tragarse eso? Si estaba más que cantado. Por mucho descontento que hubiera en esa época contra el Partido
Popular , que era quien gobernaba, estaba más que claro que nadie iba a seguir el ritmo de l@s “insus” y que
en cuanto asomara por algún lado la palabra “terrorismo” nos íbamos a quedar más solos que la una. Por qué
fracaso. Porqué recibimos un rato, porqué nadie nos hizo caso (salvo el CNI, la Guardia Civil y la Policía
Nacional). ¿o es que nos pensábamos que por un par de portadas en los diarios y algunos artículos de
“investigación” en revistas de gran tirada éramos un movimiento imparable?. Pues no, casi todo fue bastante
positivo, deberíamos aprender a vivir el momento en lugar de a hipotecar el futuro. A veces las cosas
continúan, pero otras muchas veces no y eso no tiene por qué ser malo. Mucha gente llegó a tomar una cierta
conciencia, se clarificaron mucho la posiciones y el quién es quién en el anarquismo en “españa” y al final la
lucha se apagó por dos motivos: porque el insurreccionalismo en la península nació al calor de dos luchas
específicas como eran la anti-globalización y la lucha contra el FIES (sobre todo con ésta última); y porque el
sistema avanza imparable pacificando descontentos y apagando luchas (aunque las verdaderas luchas siguen
a lo largo y ancho del mundo, quizás dispersas, o no ortodoxas o bajo otras formas, pero sigue habiendo
gente politizada o no que no baja la cabeza, no nos creamos el ombligo del mundo) y además como en todo,
aquí también hay ciclos, la gente se quema o es represaliada y el relevo generacional en los mismos términos,
intensidades y números casi siempre es menor precisamente porque el sistema aliena, apaga y avanza
inexorablemente. Pero que te zurren no significa fracasar, significa que te zurran. Si abandonas entonces sí
fracasas, si cambias de rumbo, aun continuando, muchas veces también fracasas.
Ya para ir terminando, las últimas preguntas: ¿se fue todo al garete porque las posturas insus no hay
por dónde pillarlas o porque al ver a la gente entrando en fila india al talego la peña tuvo miedo? ¿acaso
probando otros medios no te van a reprimir si lo que haces es eficaz y/o genera un contagio? ¿si cada vez que
nos desorientamos cambiamos, ya no sólo de medios, sino incluso de teorías, llegaremos a alguna parte?
¿todo el mundo que cambió era porque no se lo había pensado bien antes?
Hasta aquí este texto, que no quiere ni responder, ni atacar, ni tan siquiera criticar y que no está escrito
ni con rencor ni con ánimo de generar peleas, sino de aportar otra visión, la de quienes huimos hacia delante
(quizás sea cierto que fue una huida, pero preferimos llamarlo seguir firmes en lo que creemos y seguir en
guerra permanente, con las mismas armas, porque no queremos cambiar el mundo, queremos destruirlo
porque lo odiamos). Salud, anarquía y venganza.

Algun@s de l@s que huyeron hacia adelante

--extraido da INFIERNO n. 2 - publicacion anarquista

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